LA LUMBRE
A mi abuela
H
oy he cumplido años,
cincuenta y siete,
un día triste y frío
amamantado por la lluvia
me recuerda aquellos inviernos
al amor de la lumbre.
La lumbre en que mi abuela
por la vida encorvada
-cabello blanco sobre ropa negra-
disponía las trébedes
sobre las cepas humeantes
bajo la paja.
Sentada en su rincón,
con el plato y la hogaza en el regazo,
migaba lentamente,
como en un ritual,
el pan para la sopa.
Yo, que era un chiguito,
como dicen allí,
la contemplaba absorto
mientras ella faenaba
junto a la lumbre.
Esa lumbre que en la noche
yo atizaba con el fuelle
y se encendían las brasas
que brillaban como estrellas
en un cielo de ceniza.
También mi cara
resplandecía
mientras afuera la nieve
caía lentamente,
como en un ritual,
sobre el nocturno páramo.
Hoy he cumplido años,
cincuenta y siete,
pero aún siento el calor y el olor
de aquella lumbre.
Revista Alga, nº 79
Castelldefels otoño de 2018
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TU MIRADA
Tu mirada es verde,
profunda como el mar,
casi sólida,
de una densidad
desconocida hasta ahora.
Es una ola gigante
que me anega,
que me transporta
hasta playas distantes
aún no pisadas.
Tu mirada es distinta,
no es la misma de antes,
ha crecido como un árbol nuevo
con sus raíces más profundas
y su copa más tupida.
Pero es extraño,
porque en lugar de sombra
emite luz
y en lugar de frescura
produce calor.
Tu mirada cambia,
es apacible de día
y tormentosa de noche.
A veces es un mar
que se incendia en la tarde
y me deja ciego.
Tu mirada es más intensa,
me abraza con más fuerza
con sus brazos aéreos,
pero aún no sé por qué.
Es una extraña batalla
de tus ojos con mis ojos:
no sé si quieres vencer
o quieres que yo te rinda.
Revista Alga, nº 76
Castelldefels otoño de 2016
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