Espacio Prehistoria: Fauna, Cambio climático y Arqueología en el Garraf
Espai Prehistòria
Desde enero de 2020, en el espacio Margarita Xirgu se puede visitar la exposición "Espai Prehistòria: fauna, cambio climático y arqueología".
La exposición se puede visitar dentro del horario de la biblioteca siempre que no haya ninguna actividad en curso en la sala; también se pueden disfrutar de visitas comentadas para todos los públicos, talleres familiares y visitas escolares (consulte la programación de actividades de la biblioteca aquí).
La cueva del Rinoceronte
La cueva del Rinoceronte es, hasta la fecha, el yacimiento arqueológico y paleontológico del Mediterráneo que más información aporta para la reconstrucción de la fauna, la flora y los grupos humanos durante el Paleolítico, en un periodo comprendido hace entre 175.000 y 74.000 años.
El yacimiento de la cueva del Rinoceronte se encuentra en la antigua cantera de Ca n'Aymerich, en el barrio de Bellamar de Castelldefels, en la ladera litoral del macizo del Garraf.
Zona Interactiva:
- Vídeos didácticos, animaciones en 3D, entrevistas con los arqueólogos...
- Interpreta los fósiles gracias a una app, los códigos QR y a la realidad aumentada...
- Descubre el yacimiento de la cueva del Rinoceronte con los vídeos de 360º
- Interactúa con tu smartphone
Descubre el clima de Castelldefels de hace unos 100.000 años, cuando habitaban elefantes, rinocerontes, ciervos y tortugas, de especies extinguidas hoy en día:
- Un ciervo de hace 80.000 años, una cría de elefante de hace 100.000 años y ¡un cráneo de rinoceronte de hace 150.000 años!
¿Qué podemos encontrar en la exposición?
- La cueva del Rinoceronte
El yacimiento de la cueva del Rinoceronte se encuentra en la antigua cantera de Ca n'Aymerich, en el barrio de Bellamar de Castelldefels, en la ladera litoral del macizo del Garraf. Esta cueva se formó de forma natural por la disolución de la roca calcárea y la caída de bloques. Posteriormente, y durante casi 100.000 años, la cavidad se fue rellenando de sedimento hasta cerrar completamente el acceso desde el exterior.
- La investigación arqueológica
La metodología de la excavación arqueológica consiste en la documentación y retirada ordenada de todos los elementos que conforman un yacimiento arqueológico en el orden inverso en el que se ha depositado. Toda excavación arqueológica implica, sin embargo, la destrucción del yacimiento; por eso es muy importante seguir una cuidadosa documentación de todos los elementos, que deben ser numerados y situados de manera tridimensional.
Para recuperar los elementos menos visibles del registro, los de pequeñas dimensiones, se tamiza el sedimento que se extrae. Posteriormente, el sedimento restante se transporta al laboratorio, donde se volverá a tamizar con agua pasando por varias cribas con el objetivo de recuperar, con la ayuda de una lupa binocular, las restos de menor tamaño. Los microvertebrados son de una relevancia especial ya que nos aportan información para la reconstrucción del medio natural y del clima del momento en el que quedaron depositados.
En un primer momento la cueva funcionó como trampa natural, donde los animales caían y morían. En segundo lugar, animales carnívoros la utilizaron como refugio. Y, finalmente, los hombres y mujeres neandertales frecuentaron el entorno.
Actualmente la cueva se encuentra en una de las paredes de la cantera, sin explotación desde la década de los años sesenta del siglo pasado.
La extracción de piedra se realizó en la década de los años sesenta del siglo pasado. Durante este proceso, la cueva se seccionó verticalmente y se destruyó gran parte de ella, dejando al descubierto las restos arqueológicas que permitieron el descubrimiento del yacimiento en el año 2002.
Desde el año 2002, se lleva a cabo en la cueva un proyecto de investigación científica que ha permitido estudiar y reconstruir la fauna, la flora y los grupos humanos que habitaron la zona hace entre 175.000 y 74.000 años.
Los restos arqueológicos
La excavación ha permitido recuperar numerosos restos arqueológicos, entre los que destacan:
- Restos de fauna, como huesos de grandes mamíferos, como elefantes, rinocerontes y uros, así como de pequeños mamíferos, como roedores y aves.
- Restos de flora, como polen y semillas.
- Restos de industria lítica, como herramientas de piedra tallada.
El análisis de los restos arqueológicos ha permitido reconstruir el clima y el paisaje de la zona hace entre 175.000 y 74.000 años. En aquella época, el clima era más cálido y húmedo que el actual, con una vegetación dominada por los bosques mixtos.
Los restos de industria lítica encontrados en la cueva indican la presencia humana en la zona durante el Paleolítico. Los neandertales, los primeros humanos que habitaron Europa, utilizaban esta cueva como lugar de caza y refugio.
Los restos arqueológicos recuperados en la cueva son analizados en laboratorios especializados. Estas investigaciones permiten obtener información adicional sobre la fauna, la flora, el clima y los grupos humanos que habitaron la zona.
La cueva del Rinoceronte es un yacimiento arqueológico de gran importancia que proporciona información valiosa sobre la fauna, la flora y los grupos humanos que habitaron la zona hace entre 175.000 y 74.000 años.
- Un clima diferente al nuestro
El yacimiento de la cueva del Rinoceronte representa un momento climático cálido. A partir del estudio de los pequeños vertebrados (anfibios, reptiles y pequeños mamíferos), sabemos que la temperatura podría llegar a estar 2 ºC por encima de la media actual y el clima sería ligeramente más húmedo. Por entonces la vegetación dominante eran los bosques mixtos, con ausencia de coníferas, y en menor extensión, prados.
En la cueva del Rinoceronte se han encontrado restos de herramientas líticas que evidencian la presencia de neandertales en el yacimiento o alrededores, a partir de restos de núcleos, pequeñas asclas y piezas retocadas.
Los hombres y mujeres neandertales vivieron durante el período llamado Paleolítico, momento que se caracteriza por una economía basada en la cacería y en la recolección, y una gran movilidad de los grupos humanos. Los neandertales conocían el fuego y disponían de una tecnología muy desarrollada que les permitía fabricar herramientas complejas, como lanzas. Su dieta se basaba fundamentalmente en el consumo de carne y recursos vegetales, complementada a la vez por otros recursos, como los marinos. Por lo general, las especies más cazadas y consumidas por los neandertales eran los caballos, los ciervos, los grandes bóvidos y los rinocerontes. De estos animales, además de consumir la carne, la grasa y el tuétano, también se utilizaban otras partes, como las pieles para abrigarse o las tripas y tendones para manejar las herramientas.
Disponían de un mundo simbólico desarrollado, tal y como nos demuestran la utilización de pigmentos, la deposición intencional de ciertos cadáveres o la utilización de ornamentación personal.
- La investigación en el laboratorio
En el laboratorio es donde continúa la labor iniciada en el yacimiento, con la intervención de diferentes profesionales especialistas. La tafonomía se encarga de determinar los diferentes procesos que se han sucedido desde la muerte del animal, como se ha fosilizado, hasta su recuperación durante el proceso de excavación y estudio. La zooarqueología y la palentología se centran en el estudio de las especias animales. La tecnología lítica estudia cómo los grupos humanos fabricaron sus herramientas, y la traceología nos indica la funcionalidad de las herramientas.
Algunos de los restos recuperados se analizan en laboratorios especializados en distintos tipos de pruebas científicas, como las dataciones, la extracción del ADN y el estudio de los residuos, la dieta, la vegetación o los sedimentos.
La arqueología utiliza diversas técnicas para recoger y documentar todos estos datos, como el dibujo, la fotografía y la fotogrametría de las piezas, la observación en el microscopio de los huesos y de las herramientas, y el uso de bases de datos, de programas de estadística o de geolocalización.
Los estudios climáticos han demostrado que entre la actualidad y los últimos 5 millones de años en el planeta ha habido una tendencia general hacia el enfriamiento. Este enfriamiento es progresivo, con una alternancia de momentos fríos (conocidos como glaciaciones) y momentos cálidos (interglaciales).
Estos cambios climáticos se convierten en más comunes a escala global a partir del Cuaternario, el último período geológico de la Tierra, que comenzó hace 2 millones y medio de años, y que coincide con la parte más importante de la historia de la humanidad. Asimismo, este período se divide en dos épocas: el más antiguo, el Pleistoceno, durante el cual se desarrolla el Paleolítico, y el actual, el Holoceno que empezó hace 10.000 años.
Los cambios climáticos, además de modificar el medio natural, también moldean el relieve. El nivel del mar, hace 80.000 años, estaría un metro y medio por encima del actual, y en consecuencia la línea de la costa estaría situada más tierra adentro, cerca de la actual entrada de la cantera, donde se emplazan actualmente los centros de enseñanza.
- El entorno de hace 80.000 años
En la cuenca mediterránea hay muy pocos yacimientos que permitan conocer cómo era la fauna y la vegetación del último momento cálido, de hace 80.000 años. La cueva del Rinoceronte es uno de los pocos lugares en los que se han encontrado restos de este momento. Destacan los grandes vertebrados, herbívoros y carnívoros, así como los anfibios, reptiles y pequeños mamíferos, que nos permiten reconstruir cómo era el ecosistema de aquellos momentos en el sur de Europa. También se han encontrado herramientas de piedra, como el sílex, hechas por los neandertales, que nos evidencian la presencia humana más antigua en la costa central catalana.
Cráneo de rinoceronte
El rinoceronte etrusco evolucionado (Stephanorhinus hundsheimensis) es una especie extinguida, con un peso aproximado de 1.000 kg, una altura de un metro y medio, una longitud de unos dos metros y medio y una talla media similar a la de los actuales rinocerontes negros africanos. Tenían dos cuernos, la frontal pequeña y la nasal más grande y, posiblemente, más desarrollada en los machos que en las hembras. El cuello era relativamente largo, más que el de los rinocerontes actuales, y las extremidades también más largas y delgadas. Era una especie adaptada a la carrera en espacios abiertos. La forma de sus dientes indica que se alimentaba con plantas de textura dura y masticaba muy lentamente. Su comportamiento era similar al de los rinocerontes africanos actuales, posiblemente vivían en grupos pequeños formados normalmente por una hembra y su cría, y puntualmente algún otro individuo joven. Los machos adultos llevaban una vida solitaria y alejada de estos pequeños grupos.
Cráneo de venado mediterráneo
Los ciervos mediterráneos (Haploidoceros mediterraneus) son una especie hoy extinguida y prácticamente desconocida. Se han recuperado fósiles sólo en cinco yacimientos del sur de Europa, de los cuales la cueva del Rinoceronte es el más importante. Se caracteriza por las grandes dimensiones de sus cuernos, con tan sólo dos puntas cada una, la principal de las cuales tiene forma de hoz. Que tenga los ojos sobresalientes nos indican que tenía crin. Su peso corporal era de unos 70-80 kg, como los gamos actuales. Esta especie era básicamente forestal, y su alimentación era básicamente de hojas y, en menor cantidad, de hierbas que encontraba en los prados. Su presencia en la cueva es el resultado de haber sido transportados por carnivoros para su consumo.
Elefante de hace 100.000 años
El elefante antiguo (Palaeoloxodon antiquus) vivía en zonas cálidas y tenía una altura aproximada de cuatro metros. A diferencia de los mamuts, sus defensas eran casi rectas y ligeramente curvadas en la punta. Esta especie desapareció durante los períodos de frío más rigurosos, si bien en varias islas mediterráneas perduraron en algunas formas enanas que no superaban el metro de altura. En la cueva del Rinoceronte se ha encontrado un ejemplar completo, que cayó de forma accidental en la cavidad. Se trata de un macho de entre 6 y 10 años de edad que debía de pesar alrededor de 2.300-2.700 kg. De haber llegado a edad adulta, su peso corporal habría sido en torno a las 13 toneladas de peso, dos veces el peso de los elefantes africanos actuales.
Las numerosas tortugas mediterráneas (Testudo hermanni) recuperadas en el yacimiento son similares a las que actualmente existen en el macizo del Garraf. Estas tortugas no se reproducen en regiones donde las temperaturas del verano caen por debajo de los 24 ºC., ya que sólo los sitios que estén por encima de esta temperatura les permite producir vitamina D, que les es esencial para la formación de calcio y para el crecimiento de los caparazones. Su presencia son un buen indicador de este clima cálido que existía hace 80.000 años.
Las cabras (Capra cf. Ibex) eran bastante numerosas alrededor del yacimiento y se caracterizan por tener unos cuernos grandes y curvados hacia atrás. Se trata de una especie más similar a las cabras salvajes actuales que viven en los Alpes (Capra ibex) que en las cabras ibéricas (Capra pyrenaica). Hasta ahora se han encontrado restos de al menos siete individuos en el yacimiento, que nos indican que el entorno era montañoso. Estas cabras llegaron a la cueva, en su mayoría, como presa de los carnívoros que las consumieron.
El lobo (Canis lupus) es uno de los pocos carnívoros identificados en el yacimiento, junto con el lince (Lynx pardinus), la hiena (Crocuta crocuta) y el hueso pardo (Ursus arctos). El lobo es un depredador que habita una gran variedad de ecosistemas. En la cueva del Rinoceronte se han recuperado varios restos del cráneo y de las mandíbulas. Estos carnívoros fueron probablemente los responsables de la acumulación de algunos herbívoros, ya que utilizaron la cueva como madriguera y transportaron a sus presas. Por este motivo, también si han encontrado sus heces fosilizadas.
- La restauración
En las cuevas del macizo calcáreo del Garraf, como es el caso de la cueva del Rinoceronte, el goteo de agua que circula por el techo y las paredes, cargado de cal y otros minerales, provoca la concreción y el endurecimiento del sedimento y de los restos que contiene.
La restauración, mediante diferentes tratamientos físico-químicos de las piezas arqueológicas y paleontológicas, se encarga de conservar y preservar los restos para que perduren en el tiempo y puedan ser estudiados. Parte de estos tratamientos se llevan a cabo en el yacimiento, durante el proceso de excavación, y posteriormente en el laboratorio. Cuando se localiza una gran concentración de huesos o esqueletos enteros, es necesario extraerlos en varios bloques y llevarlos al laboratorio con el objetivo de excavarlos posteriormente. Cuando las piezas presentan la superficie débil, para garantizar su preservación, es necesario consolidarlas con diferentes tipos de adhesivos.
Gracias a las tareas de restauración podemos estudiar los restos hallados en los yacimientos arqueológicos, una vez limpias, consolidadas y preparadas para su conservación para futuras generaciones.
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